Cuando crees que todo va bien, cuando adquieres la seguridad necesaria para caminar sin miedo a que tu mundo se venga abajo. Ya no sientes vértigo al mirar la profundidad del abismo mientras avanzas al borde del precipicio. Entonces el suelo bajo tus pies comienza a temblar, y del mismo modo en que te sentías seguro, vuelves a titubear. Te fallan las fuerzas, y caes...
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