25 de septiembre de 2012

Cambiar el espejo

Ese momento en el que te miras en el espejo... y al ver tu propio reflejo, apenas puedes reconocerte. ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has podido permitir que algo así haya pasado contigo?
No reconoces a quien te devuelve una mirada de afectación desde el otro lado. Esos ojos son los tuyos, pero brillan mortecinos y apagados, desilusionados. Tu piel es la misma que la suya, pero parece anciana, arrugada. El cabello muerto, los labios quebradizos. La ropa gastada, y unos kilos de más... 
¿Quién eres?

Ese momento llega, cuando apenas te has dado cuenta del desastre en que has convertido tu vida. 
Ahora que trabajas, ahora que puedes... te sonríes a ti mismo y piensas, ¿qué mas da? Asumes que eres valiente, rebelde, porque no vas a ceder a la tentación de cambiar lo que eres. Pero claro, es entonces cuando te das cuenta de que eso, eso que te devuelve el espejo, no es lo que eres, sino en lo que te has convertido por la lucha con una vida que no mereces, que no quieres... es el resultado de tu vagancia, de tu tristeza y tu dejadez. 
¿Recuerdas cuando eras diferente?
Tal vez, nunca lo has sido.

Pero es el momento.
Ahora, que has definido tu vida. Ahora, que eres más libre de lo que jamás habías soñado. 
Puedes permitirte gritar a los cuatro vientos, puedes correr y saltar. Puedes besar a tu pareja, cuando la tengas. Puedes reír. Reír con ganas, con desenfado... despeinarte y volver a peinarte. Quitarte la ropa, aunque te avergüences de la barriga que has dejado crecer alrededor de tus abdominales... 
¡A quién coño le importa!

A ti.
Porque al verte en el espejo, desnudo de disfraces y máscaras, te has dado cuenta de que es el momento de cambiar... de volver a ser tú. De convertirte en la versión mejorada de lo que siempre has sido.

Tan sencillo de decidir... tan complejo de hacer... 
¡Pero lo harás!
Por ti.

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