3 de octubre de 2012

Ya que de soñar hablamos...

Tuve una vez un sueño, tan extraño como la vida misma... y en aquel sueño, la tinta y el papel habían desaparecido, transformándose en el brillo cegador de un foco, y en la musicalidad de una voz que pronuncia las palabras que fueron escritas. Hay luces, redondas, que limitan la clarividencia de un espejo brillante y frío, ante el cual, una dama de muchos nombres y muchas vidas, acicala sus cabellos pajizos y se maquilla las mejillas sonrosadas. A su lado yace un caballero, brillante y dorado, mientras otro hombre, de carne y hueso, le ofrece tres vestidos, iguales por ser diferentes, que ella rechaza una y otra vez, pidiendo el cuarto, aquel que ha sido reservado únicamente para su uso al final de todas las cosas.
En ese sueño, yo me siento en una silla con mi nombre, rodeado por mis notas, y contemplo ante mis ojos el despliegue de medios, destinado a honrarme, a cumplir lo pactado... a crear, ante mis ojos, la historia que yo habré escrito para ellos.
¡Qué hermoso, aquel sueño!


"Twenty-four frames a second, 100 heartbeats a minute, a dozen emotional highs an hour - and shockwaves that last a lifetime: that's cinema."

Esta semana, que dispongo de tiempo para retomar el hilo de mi vida sobre el papel, he tomado una decisión largamente pospuesta. Después de atravesar los infiernos de Vincent, y mientras espero la respuesta de un editor, que no llega, me preguntaba qué sería lo siguiente, qué proyecto ocuparía mi (escaso) tiempo libre... Ahora, ya lo se.
Aquel que mi musa, la de verdad, la que me anima y me apoya, desea que escriba.
Como ya os he contado alguna vez, el cine es, por decirlo de algún modo, ese mundo que me llama, que me atrae, que me apasiona. Podría pasarme los días viendo cine, respirando cine y leyendo cine... del mismo modo, vivir del cine sería un sueño... como aquel que os confesaba al inicio de este breve relato de un día cualquiera en mi extraña vida.
Celuloide a parte, hay historias que, por su alto contenido visual, no pueden ser narradas en papel y tinta, pues necesitan la imagen para desvelar lo justo y mantener tras el velo aquellas cosas que no deben anticiparse. Y en ello estamos... 

El proyecto que ahora me ocupa se ha fraguado a lo largo de los últimos dos años, variando un poco en sus argumentos pero nunca renunciando a su esencia. Sí, es cierto... la historia ha evolucionado, del drama más básico a una estructura más compleja, más satisfactoria. Y lejos de efectismos, lejos de falsas modestias, considero que es una buena historia, que puede convertirse en un buen guión de cine... y en una buena película. 
Porque, y ya que de soñar estamos hablando... ¿qué más da soñar con un libro publicado, o con el rodaje y estreno de una película? Son sueños que se complementan, desde el inicio de los tiempos, en la mente siempre ausente, siempre creativa, del escritor de estas líneas. 


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