12 de abril de 2012

Gris...

Gris... como gris es la mirada del hombre gris, que camina en pasos lentos sobre la cenicienta tierra bañada por la tristeza de un cielo encapotado.
Gris... como la tiniebla de las nubes que amenazan tormenta, gris...
El alma, triste. La mente, aturdida. Las extremidades que tiemblan y la voz que se deshace en un sonido absurdo que nadie puede comprender, que no es un grito sin dejar de serlo...
¿Qué le ocurre al escritor vacío? ¿Por qué ha dejado de sonreir? Desconozco la respuesta...
La cuestión es que me puede la melancolía, que me desborda el desánimo, y allí donde hubo una ilusión se hunde bajo mis pies el barro del mundo al que no pertenezco... ¿y qué puedo hacer? Abandonar, no es una opción, tan cerca me encuentro de la meta...
Entonces solo me queda caminar, con el alma en los pies, esperando un final que se me antoja demasiado lejano...

También pienso en ti, en estos días fríos... porque te quiero...

Y mientras tanto, la escritura acumula polvo en una mesa olvidada... porque el tiempo me abandona y el desasosiego me acompaña.

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