25 de octubre de 2011

Stuart

Él era un chico como tú.
Se levantaba temprano todos los días para ir a clase, o a su puesto de trabajo. Se esforzaba por ser una buena persona. Su vida era suya. Tenía un padre y una madre. Y tal vez, hermanos. Tenía abuelos, tíos, una familia como la tuya. Y sueños, probablemente tenía muchos sueños que en poco o nada diferían de tus propios sueños. Sus amigos eran como tus amigos. Y tal vez tuviese una pareja, o quisiese tenerla. Salía de fiesta, como tú, e iba al cine, o escuchaba música, hacía deporte. Posiblemente...
Él era como tú.

Muchas imágenes podían ilustrar este artículo.
La bandera del Orgullo me ha parecido mejor.
Más representativa. Menos morbosa.
Ahora ya no es como tú. Porque ahora, ya no camina entre nosotros. No acude a sus clases, ni a su puesto de trabajo. Su padre, su madre y sus hermanos lloran su ausencia, junto a sus abuelos y su familia. Se han secado sus sueños. Ya no saldrá de fiesta como tú, ni verá películas en el cine, ni hará deporte.
Su vida ha terminado. Prematuramente. Y de un modo horrible.
Porque alguien como tú, o quizás lo opuesto a lo que todos somos, decidió que no merecía vivir, o que su vida no valía la pena. Que su forma de ser, lo que era, no tenía cabida en este mundo. Porque alguien sintió tanto miedo ante las pocas diferencias que existen entre uno y otro. O simplemente, porque sí.

Pudiéramos pensar que, en la "avanzada" sociedad del siglo XXI, entre móviles de última generación, avances técnicos y sociedades en apertura, algunas cosas forman parte del pasado. A veces, podemos cerrar los ojos y pensar que todo va bien. El cielo despejado, el sol brillando... y nada que temer. Pero no es así.
Cada día, la sociedad (o una parte de ella) nos demuestra que no todos somos iguales, porque para muchos, la diferencia es lo primordial, algo que hay que cortar de raíz.
Llámalo homofobia. Llámalo machismo, o feminismo, o xenofobia, o como quieras. El hombre sobre la mujer. El blanco sobre el negro. El hetero sobre el homosexual. ¡Qué injusto!
Hay países en los que ser homosexual es un delito, penado con la muerte o la cárcel. En muchos otros, la gran mayoría, el homosexual se ve privado de derechos, y en los pocos en los que se ha conseguido avanzar en la igualdad (como en España), esos avances se ven amenazados.
La sociedad... ¿avanza?

Hoy, Stuart Walker es noticia por haber sido víctima de un atroz asesinato, presuntamente por ser homosexual. Los detalles los podéis leer en cualquier publicación. Es algo tremendo, que hace pensar en la verdad de la humanidad, o en la falta de valores. Y sin embargo, seguramente mucha gente ni siquiera prestará atención a su historia.
Piénsalo.
Seguro que conoces a alguien como Stuart. El chico que se sienta a tu lado en clase, el vecino, tu mejor amigo, tu hermano, tu hijo. Imagina por un segundo que esa persona sale hoy de fiesta, con todos sus mejores planes para disfrutar de su juventud, o de su vida en general.
Imagina que en unas horas te llaman, para decirte que esa persona ya no existe, porque alguien que se cree en posesión de la verdad ha decidido que ser gay es el peor de los crímenes.
Piénsalo.

Hoy ha sido Stuart. Mañana, puede ser cualquiera.
Y como joven homosexual, pero sobre todo como persona, eso me indigna.

Muy triste :(

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