16 de septiembre de 2011

Perfecto

Así soy. Perfecto. 
No me falta nada de lo que quieres. Nada de lo que quieres que tenga. Poseo todo aquello que siempre has anhelado en el hombre de tus sueños. No tengo ninguno de los defectos que temes en el hombre que debe adueñarse de tu corazón. 
Soy el protagonista de tus sueños, tanto de los más tiernos como de los más húmedos y apasionados. En el mundo onírico te he salvado de tus pesadillas, te he llevado a mundos diferentes con solo besar tus labios, rozar tus cabellos, acariciar tu piel con mi cálida mano. 
Si lo piensas, ese soy yo. 
El hombre al que deseas a tu lado para toda tu vida. El hombre al que deseas presentar a tu familia. El padre de tus hipotéticos hijos. El esposo que te cuidará, regalándote rosas, sorprendiéndote con detalles inesperados tan solo porque se siente afortunado de tenerte en la misma medida en que tú sientes la fortuna de poseerme. 
Soy el perfecto caballero que te invita a románticas cenas y largos paseos, a fines de semana en la playa, masajes sobre la arena y cálidos besos. El que se arrodilla ante ti para pedir tu mano, para que seamos uno, para siempre. Soy el que te toma de la mano por la calle, el que te protege en las películas de terror y enjuaga tus lágrimas derramadas ante una película dramática. Soy el que cocina, el que degusta tus platos, y te agradece día tras día tu sola existencia.
Pero también soy el hombre apasionado que te besa con violencia, que te acaricia, te muerde y te pellizca, que se siente único al tenerte entre sus brazos y consigue que todo tu cuerpo se estremezca con un susurro. Soy el que recorre tu cuerpo con un cubito de hielo, el que derrama aceites por tus pectorales para acariciarlos mientras te relajas, el que se tumba sobre ti y sueña con seguir tumbándose en tu cuerpo. 
Perfecto.
Aquello que has soñado, acaba de personificarse ante ti. La perfección más absoluta. 
Y en mitad de esa perfección, un solo defecto. Una tara apenas visible que sin embargo,desmorona el castillo de cristal donde pudimos ser eternamente felices. 
Quizás, en verdad, sea el hombre perfecto con el que siempre has soñado. Y sin embargo, insistes en dirigirte una y otra vez a la imperfección. Pasas de largo ante mí, cada día, sin siquiera pararte a pensar en que estoy aquí, mirándote a hurtadillas, soñándote, sabiendo que nuestro destino es el mismo aunque te afanes en huir de él. 
Mi tara es la distancia, la invisibilidad de ser perfecto en un mundo lleno de imperfecciones. 
¿Acaso no es una imperfección manifiesta, el que siempre terminemos con seres imperfectos cuando nuestra meta más alta es la perfección segura de aquel que siempre nos ha amado, secretamente o a viva voz?

No soy perfecto. No soy hermoso, ni tengo un cuerpo que invite a la lujuria. Soy alto, quizás demasiado. Soy bajo, tal vez en exceso. Soy gordo, tanto que te doy asco. O demasiado delgado, hasta darte grima y causarte un estupor que no tiene nombre. Visto demasiado informal y sin gusto, un pecado. O tal vez mis ropas sean demasiado formales y pienses que soy pijo. 
Quizás el único error entre mi supuesta perfección sea, simplemente, ser un hombre. Enamorado de otro hombre. Que ama a una mujer.
O ser un hombre, que ama un hombre, que ama a otro hombre. 
O ser lo que soy, en secreto, mientras intento jugar al juego de la vida disfrazado de chico bueno. 
No soy perfecto, porque no soy quien soy. Soy quien se espera que sea. A veces. 
He salido del armario, a veces. Me he sentido orgulloso, a veces. He sonreído y sentido felicidad, a veces. Pero otras veces, cuando la perfección se esfuma entre nubes de tormenta y desiertos áridos de polvo y sequía, siento la imperfección del mundo que me rodea ahogándome entre mis defectos. 

Soy perfecto, porque he aceptado que no existe la perfección.


Imagen: Neil Patrick Harris, quizás el hombre perfecto... para mí :P

No hay comentarios: