29 de agosto de 2011

Desesperanza

"De qué sirve emocionarse por algo que sabes que nunca ocurrirá? Mejor será que asumas desde ahora tu soledad... porque tal vez sea ese tu destino..."


A veces es lo mejor... dicen. Renunciar al sueño y a cualquier pretensión medianamente alejada de los límites de lo que hoy se ha convertido en tu realidad última. Toma el ejemplo de aquellos que han luchado por vivir, asumiendo que el que no arriesga no gana, inconscientes de sus propios riesgos, envalentonados por una idea que es absurda y temerosa... y al arriesgarlo todo, nada han ganado y todo lo han perdido...
A veces, uno más uno no suman dos, sino que se reducen al polvo y al vacío, al oxígeno de azufre preñado.
Soledad.
A veces una palabra que añoramos, a veces un estado que anhelamos. Y sin embargo, perdidos en sus tierras yermas, añoramos y anhelamos el contacto cálido de otro ser humano. Anhelamos un beso, añoramos un abrazo y deseamos con cada célula de nuestro cuerpo la realidad de una relación, no importa su naturaleza.
En la soledad más absoluta, añoramos incluso a nuestros enemigos, al antagonista de nuestra historia...
*
Esta noche he soñado con mis miedos y temores, y, aunque han sido tan solo sueños, el veneno húmedo de sus besos de carmín teñidos, se ha filtrado bajo mi piel. Y aunque han sido tan solo sueños, su poder y la fuerza de sus imágenes continúan torturándome en el mundo de la vigilia.
He soñado con la pérdida de mis tesoros. He soñado que querían llevarse mi tesoro, y que más allá de mi afán por ocultar ese tesoro, al final hallaban la entrada al escondite, la llave del baúl, la ventana abierta en una mansión de ventanas tapiadas y puertas cerradas a cal y canto, cercada por infranqueables muros de piedra cuyo único punto débil era hallado y aprovechado por las negras sombras de mis propios miedos.
Quizás he despertado con las mejillas bañadas por la desesperación de un sueño maldito por la naturaleza del terror más primario...
*
Desesperanza que hoy todo lo bañas, reflejo de mi subconsciente más negativo... que me impulsas a no querer luchar jamás. Quisiera exorcizarte, apartarte de mi carne, arrancarte de mi mente, junto con el dolor que anega mi alma y ahoga mi corazón en estas horas bajas en las que la palabra más vana se me clava muy adentro, en el que la más leve de las bromas parece hundirme en el barro infestado de carnívoras alimañas hambrientas...
Desesperanza que amenazas con arrastrarme a tu mundo de torturas, sal de mí.
*
Escucho danzas de amor que me emocionan. Siento que las voces etéreas que susurran canciones de una belleza solo comparable al amor más cierto me inundan por dentro y me bañan con el halo misterioso de una alegría que no conozco. Susurran palabras nunca dichas, sentimientos desconocidos... y apartan de mi carne la lanza maldita de la desesperanza. Y entonces, en la duermevela de una tarde soleada y fría, pienso que tal vez sea posible... que quizás yo pueda... y que en el fondo, es posible que...
Y despierto sueño, con amores que sobrevuelan el mundo como ingrávidos trapecistas, que avanzan sobre los finos hilos de los nervios de un corazón que se cree enamorado, que sonríen con la inocencia de un niño ante el afable rostro de un payaso peculiar y, tal vez, desconocido...

Desesperanza del desamor al que el destino me ha condenado... aparta de mis labios el cáliz humeante, rebosante de la ponzoña que podría destrozar la humanidad de un cuerpo mortificado por la vida...
*
Volveré a soñar.

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