13 de abril de 2010

Tazas de café y bibliotecas

Terminada la esquematización de la novela, con todos los añadidos que deseo hacer, y tras una ardua y exhaustiva investigación del contexto histórico en el que se desenvuelven los acontecimientos del Hombre Muerto, ¡ha comenzado oficialmente la reescritura! Me siento cómodo volviendo a escribirlo todo. Más cómodo de lo que esperaba. Cuando en la editorial me propusieron aumentar la historia, creí que no sería capaz, que terminaría abandonando, porque en aquel momento, la historia del hombre muerto ya estaba completa. Funcionaba tal cuál estaba —aunque los pocos que la habían leído ya me habían insinuado que les gustaría saber más— y personalmente, estaba satisfecho. Sin embargo, una vez me puse las pilas y comencé a crear, me he dado cuenta de que es ahora cuando la historia comienza a ser redonda. Los añadidos —que se han vuelto imprescindibles para completar los perfiles de ciertos personajes— y una ambientación más definida en cuando a lugar y tiempo, sacan brillo a un conjunto hasta ahora apagado. ¡Y todavía falta un pequeño detalle! Pero ese detalle, aunque no imprescindible pero sí deseable, está en manos del maestro.
La reescritura de la novela se sucede en varios sitios, según mi estado de ánimo, la paciencia o el bullicio. Por una parte, obviamente, escribo en casa, en mi escritorio, con el ordenador bien cerca para consultar la información que tengo sobre la época. Muchas páginas están impregnadas por el olor del café o el té verde de mi cafetería predilecta. En sus mesas, lejos de distraerme con la gente y el barullo, me siento más despierto y animado. Quizás un efecto de la cafeína, o el secreto sentimiento de formar parte de ese grupo de escritores que se sienten ante una taza de café y dejan que sus bolígrafos se paseen libremente por los papeles vacíos. El tercer lugar —que en realidad son dos— es la biblioteca. Dos bibliotecas. La pública de Santiago, donde suelo perderme a menudo en busca de libros, enciclopedias y diccionarios varios… y el excepcional e histórico ambiente de la biblioteca de Historia de la universidad. En ambos edificios encuentro inspiración en la cultura que me rodea. Me gusta especialmente la biblioteca de Historia, por su antigüedad que me ayuda a entrar en materia… pero la biblioteca pública es un entorno donde se dan cita lectores y estudiantes de diversa índole.

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