7 de abril de 2010

En Edimburgo sucedió una vez…

… que de su tumba un hombre salió. En una noche oscura, a la luz de la segunda luna llena de un frío mes, entre el otoño y el invierno.
La cuestión ahora es: ¿dónde se hallaba su tumba?

Desde que, en un alarde investigador, encontré la ubicación perfecta para la novela, “Historia del Hombre Muerto” va sobre ruedas. Si continúo con este ritmo de trabajo, en pocos días estará ampliada y re-escrita… camino de la editorial.
No recuerdo si ya lo he contado…
En el primer planteamiento de la historia, la acción transcurría en el Londres decimonónico. Así ha sido hasta hace bien poco. ¿Acaso alguien duda del encanto de esa ciudad en ese tiempo? El problema principal de la idea es que, hay que reconocerlo, está muy manido. ¡Cuántas novelas y películas transcurren en el Londres del siglo XIX!
Sin embargo, hace unas semanas una editorial se mostró interesada en la novela, pero les parecía demasiado breve… por lo que me proponen ampliarla un poco. No tengo muy claro cuánto más esperan, pero trabajando en la historia calculo que llegaré a los 150 folios… si no llego a superarlos.
Es entonces, mientras estudio la historia de nuevo, mientras profundizo en los personajes y sus pasados más oscuros, cuando encontré sin quererlo el lugar más idóneo, la ubicación perfecta, el ambiente que más concuerda con toda la novela.
Ese lugar, no podía ser de otra forma, es Edimburgo.
Siempre he sentido una profunda atracción por Escocia. Al igual que mi Galicia natal, las tierras escocesas —y en general, las Islas Británicas— están llenas de mitología y leyenda. El rey Arturo, los leprechaun, el monstruo del Lago Ness…. Son solo algunos ejemplos ilustrativos. Basta una breve investigación para darse cuenta de que en estas islas, cualquier cosa es posible.
En un intento por huir de los tópicos londinenses de las novelas de misterio y terror decimonónicas, utilicé un conocido buscador para localizar algunos “cementerios embrujados y de leyenda”. ¿El primero que me gustó y me llamó la atención? Greyfriars, en Edimburgo.
Cualquiera que conozca lo mínimo del argumento de la novela, viendo la imagen que acompaña este artículo, encontrará evidentes similitudes entre el cementerio real y el que yo había creado (y situado en Londres). Para los que no conozcan el argumento, baste decir que la historia gira entorno a un escritor y su “vida más allá de la muerte”.
Que la novela transcurrirá en Edimburgo es seguro —aunque el plan, en principio, es no decirlo en ningún momento, simplemente describir la ciudad, mencionar el castillo, la vista desde el cementerio… que cualquiera pueda saber que se trata de Edimburgo, sin nombrar dicha ciudad- Tengo la certeza, casi al cien por cien, de que el cementerio donde reposa mi protagonista es Greyfriars… pero, en un intento por conocer la ciudad por la que se pasearán mis personajes, entablando cibernéticas conversaciones con escoceses de pura cepa y españoles residentes en Edimburgo, encontré un segundo cementerio, tan hermoso y misterioso como éste: Old Calton.
En palabras de un amigo español que vive allí, Old Calton es más tenebroso en la noche, con la niebla… y es mucho más literario que el otro. Sin embargo, no acaba de convencerme. Quizás todas las casualidades que unen Greyfriars con la historia, todas las leyendas que he leído sobre ese cementerio… y el relieve que ilustra el artículo, me llaman más que cualquier otra cosa.

En Edimburgo sucedió una vez que un hombre salió de su tumba, y, en una fría y neblinosa noche, su pasado escrutó. Desconozco en qué cementerio sucede la acción. Pero conozco a la perfección la ciudad en que se encuentra su tumba.
Y esa ciudad, como ya he dicho, será Edimburgo.

1 comentario:

Treintaentertulia dijo...

me encanta edimburgo. creo que es el mejor escenario posible