30 de marzo de 2010

Semana Santa en la Cripta

La ampliación de la novela se está convirtiendo en una odisea… y más que eso, en una verdadera obsesión.
Desde que recibiera el correo electrónico de la editorial, no puedo pensar en otra cosa. Apenas duermo de noche, porque tengo la mente tan llena de posibilidades, de frases, de pasados, de novedades… que al cerrar los ojos me invade la oscuridad de Vincent y siento el irrefrenable deseo de sentarme a escribir. Y es lo que termino haciendo.
Mi vida se está reduciendo, casi exclusivamente, a terminar esta ampliación. Y aunque la cosa va sobre ruedas —cuando me lo propusieron, la verdad, temía enfrentarme a una historia que ya había dado por cerrada, porque pensé que jamás podría añadir nuevas escenas—, empiezo a resentirme. ¡Estoy tan cansado! Agotado. Estos días, solo puedo dormir cuando estoy al límite, al borde de la locura.
Así que he decidido refugiarme, en estas vacaciones de Semana Santa, en la cripta de mi buen amigo Vincent. Lo cierto es que se está muy bien en su compañía, porque él me susurra su historia. Y poco a poco, el personaje adquiere profundidad. Para los pocos que habéis leído la novela, os gustará saber que, en esta nueva versión, vamos a descubrir qué tortura la mente del escritor… o esa es mi intención, porque luego la imaginación vuela y me encuentro con un resultado diferente a lo esperado, pero siempre mejor.
La reescritura de la novela también es una excusa para “corregir” pequeños fallos que encontré mientras planeaba el guión para cine. No son fallos que cambien la historia, o que resulten chocantes, sino pequeños errores de argumento.
Y sí, es más que probable que la protagonista de la historia —vosotros y solo vosotros sabéis a quién me refiero— tome la importancia que se merece…
La reescritura, o ampliación, de una novela ya escrita es un trabajo de equilibrio. Los 76 folios que componen la versión original tienen un estilo, una ambientación muy definida… y los añadidos y correcciones en los que trabajo ahora deben encajar a la perfección. Nadie debería saber cuáles son las partes nuevas. Es difícil, no obstante, porque algunos cambios romperán el ritmo creciente de la historia… pero considero que todos ellos son imprescindibles.
Como ya apunté en su momento, la reescritura me permite profundizar más en la naturaleza del mundo que rodea a los personajes, y en sus propias almas. Vincent, el escritor torturado y mísero, por fin nos desvela algunos de los secretos que guarda en su alma. Del mismo modo, algunas preguntas que quedaban en el aire en la primera versión —muchas de ellas no tenían respuesta porque así debía ser— encontrarán su respuesta en la versión larga.
Y el final, ese final que conquistó a muchos y que a mi no llegó a convencerme nunca, es muy posible que cambie.
En definitiva: la Semana Santa se presenta intensa creativamente. El incordio de las procesiones —odio ser músico en estas fechas, porque no me gustan nada las procesiones— se acentúa en este año porque interrumpirá irremediablemente mi ritmo de trabajo. Pero hasta el viernes, que comienzan para nosotros, estaré implicado al 100% en la historia del hombre muerto.
Felices vacaciones.

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