10 de marzo de 2010

Creaciones en silencio.

He dejado atrás el bullicio del café y las mesas con ceniceros y servilletas.
El silencio es mi amigo en estos momentos. Ahora me refugio en las bibliotecas y allí, planeo con sumo cuidado ese guión que me abrirá —vamos a ser positivos— las puertas de un mundo nuevo. El hombre muerto ha tomado posesión de mi vida y, aún cuando mi diseñadora de producción y yo no encontremos un actor que de la talla —o que pueda encajar en el perfil del personaje, porque actores extraordinarios los hay, pero… en fin—, la película va tomando forma poco a poco.
No quiero decir demasiado. Dicen que hablar de un proyecto que está en el aire trae mala suerte, y yo ya he largado demasiado. Pero la cosa va bien. Mejor que bien. Cada día estoy más convencido de su viabilidad y los problemas de argumento se solucionan solos.
Como ya dije anteriormente —léase “el difícil arte de la adaptación”— hay escenas y personajes que en una novela parecen importantes e, incluso, imprescindibles. Sin embargo, en la dinámica del cine, la perspectiva es diferente y sobran muchas cosas, mientras otras han de ser ampliadas, cambiadas o añadidas. Y en ello estoy.
¿Publicaré dentro de unos meses artículos sobre la experiencia de rodaje de una película? Estoy preparado. Y soy positivo. Es posible y lo se. Sigamos adelante.

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