25 de febrero de 2010

Tormentas

En mitad del temporal, con la lluvia golpeando furiosa la ventana de mi dormitorio, resulta imposible dormir, máxime cuando uno tiene el sueño ligero, como es mi caso… ¿y qué puede hacerse cuando los truenos y relámpagos resuenan en la madrugada, cuando la luz se ha ido y no existe la posibilidad de leer, ver una película o escribir un rato? Desconozco cómo pasan esas noches los demás mortales, tal vez entre pastillas para dormir y paseos al baño. Generalmente uno se desespera. Tumbado en la cama, intentando atrapar un sueño que se presume esquivo. Yo solía dar vueltas en la cama, cambiando de postura cien veces, moviendo y golpeando con furia la almohada.
Sin embargo esta noche, en pleno temporal de lluvia y viento, la tormenta no estaba tanto en el exterior —que también— sino dentro de mi cabeza. No era una tormenta de lluvia y relámpagos, sino la increíblemente satisfactoria y excitante tormenta de las ideas.
En medio de la desesperación, desvelado y completamente aburrido de moverme, las ideas comenzaron a brotar en mi mente. Para que veáis que soy sincero… ayer iba a colgar un texto aquí (lo he colgado hoy, bajo el título de ¿Sueños Rotos?). El motivo del artículo, cuanto menos deprimente, era la sequía creativa que atravesaba desde que terminé “El Amigo de la Muerte”, del que por cierto no he vuelto a saber nada. En fin.
La cuestión es que en esta noche tormentosa y fría, comenzaron a brotar interesantes historias en mi mente, soluciones a los problemas de las novelas y guiones en los que trabajo. Ya se cómo terminar el guión de “Historia del Hombre Muerto”, incluso estoy considerando reescribir el final de la versión narrativa (de ese modo, la novela sería un poco más larga, alcanzando tal vez los cien folios). Otras historias han nacido en esta noche tormentos.
No, no han nacido, en realidad ya estaban ahí. Simplemente, han encontrado su camino.
Lo cierto es que durante estos dos primeros meses del año he estado estancado. Por una parte, el estudio de la correcta escritura de guiones para cine, por otro el agotamiento que me sumió en la pereza tras la tensa y apresurada escritura del libro de relatos…
Ahora, el descanso ha terminado. El escritor resurge de sus cenizas, toma sus armas (papel y bolígrafo) y retorna al campo de batalla. No es una metáfora, porque la lucha más compleja en la vida de un creador sucede en su mente. No es una lucha sangrienta. Sino el más intenso de los placeres.
Vamos allá.

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