24 de noviembre de 2009

Perdido

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Una semana completa, prácticamente dedicada a ver los episodios de una serie de televisión. Increíble, ¿verdad?
Desde que el pasado martes me pasaron las temporadas 1 y 2 de “Perdidos” mi vida se ha vuelto muy extraña. ¡Ahora veo números por todas partes! Es broma. Pero la cuestión es que la serie me tiene completamente enganchado y desde que anoche terminé la temporada dos estoy de los nervios… porque tengo la cuarta temporada ¡pero no tengo la tercera!
Reconozco que el primer capítulo, al principio, me aburría un poco. Un accidente de avión, gritos de dolor, sangre, tristeza y apatía. No parecía demasiado prometedor, la verdad. Quizás me influían mucho las películas catastrofistas (que no me atraen demasiado). Sin embargo, el final del capítulo me dejó patidifuso y desde ese momento fue una odisea. Comenzaba a ver un capítulo, con la determinación de ver solo uno… y terminaba viendo seis o siete de un tirón. ¡Hubo un día que comencé a las nueve y media de la noche y cuando me di cuenta eran las cuatro de la madrugada!
La cuestión s que Jack, Kate, Charlie y compañía me tienen enganchado. Cuando veo capítulos me siento entre ellos, como si estuviese en esa playa viendo cómo llevan los demás nuestra desgracia. Como si fuese uno más de los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic…
Hay personajes dentro de la serie que fluctúan y e tan pronto son detestables como adorables. Es el caso de Sawyer (que siempre me cayó mal… hasta el final de la temporada 2) o de Ana Lucía, que justo cuando me gustaba… en fin, no voy a desvelaros el final.
¡Así que me tenéis aquí, estresado por conseguir la tercera temporada! Bueno, y puestos al caso la quinta, que en 2010 llegará la sexta y última… y necesito verla cuanto antes.
¡Estoy perdido! En Perdidos.
Me voy. Tengo que introducir el código en el ordenador: 4 8 15 16 23 42