22 de junio de 2009

Mil maneras de mentir.

Estos días he pensado mucho en la mentira, en la falsedad, en los secretos. El último post que colgué en el blog hablaba directamente de estos temas, ¿verdad? Un amor secreto, una mentira.
Hay muchas formas de mentira: las mentiras pequeñas, esas que por sí solas no hacen daño; las mentiras piadosas, que contamos para ahorrar sufrimientos o para evitar explicaciones e interrogatorios; grandes mentiras que no tienen excusa… Hay gente que casi nunca miente (porque no hay nadie en el mundo que pueda decir que jamás ha mentido) y otros que mienten cada día, varias veces al día. Los maridos y esposas infieles, los amigos que han cometido un error… A veces mentimos por miedo. Yo he mentido por miedo a perder amigos, por temor a sus reacciones (ellos lo saben, he confesado).
Mi trabajo, según se mire, es una refinada forma de mentira. Al fin y al cabo mis novelas son de ficción… y ¿qué es la ficción sino algo inventado, creado de la nada? Hay quien lo considera una mentira. Y otras personas piensan que todo lo que escribo es cierto, que es mi vida la que aparece en las páginas de mis novelas y relatos. No me cansaré de repetir que no es así, aunque esa afirmación sea una doble mentira porque sí, estoy cansado de decirlo. Y porque en cierto modo… en todo lo que escribo siempre hay una gran parte de lo que soy. En ocasiones es una simple palabra, en otras un personaje entero… o la mezcla de varios personajes. Es un trabajo arduo ocultar las pistas, pero es mi trabajo.
Yo miento. No lo hago mucho, ni a menudo. Son mentiras, en su mayoría, forzadas. Una pregunta realizada en el momento inadecuado, o sobre un tema espinoso, me llevan a tergiversar la verdad. Realmente me curo en salud y no llego a mentir del todo, simplemente… pues ante una afirmación me limito a no negarla, pero tampoco la acepto. Es decir, tú puedes decirme Negro y ser blanco, pero no te diré que es negro, ni te diré que es blanco.
Me he liado.
El caso es que he pensado mucho en la mentira de la vida, en la mentira de todo lo que nos rodea y me he dado cuenta de que mentir… mentir es, en ciertos casos, un placer. Y no sería un pecado ni un problema.
El problema, queridos míos… es que te pillen.
Nota del autor: El presente texto es una simple mentira. En su mayor parte. Casi todo.

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