20 de enero de 2009

Escrito el 19 de enero de 2009

“EL CUERVO”

Tal día como hoy, hace doscientos años ya, nació uno de mis escritores favoritos. De él he aprendido muchas cosas y leyéndolo he pasado muchas terroríficas y aún así extraordinarias noches: Edgar Allan Poe.
No voy a negar que en mis novelas (todas ella aún inéditas por el momento) hay muchas influencias externas, tanto literarias como cinematográficas e incluso musicales (pues son estos tres, ámbitos en los que me siento cómodo). Edgar Allan Poe, Lovecraft… son escritores cuyos trabajos he leído decenas de veces, sintiendo en cada lectura esa emoción del que descubre algo fantástico detrás de una puerta de sobras conocida… Junto a ellos estaría, por ejemplo, Tim Burton (quien a su vez ha declarado, creo recordar, la influencia de Poe… quien aparece mencionado en su estupendo cortometraje “Vincent”).
Edgar Allan Poe celebra hoy su doscientos cumpleaños (no se si es correcta la expresión así… menudo escritor…). Yo, como cada 19 de Enero, me acostaré en cama con algunos de sus aterradores cuentos y a la luz de unas velas, leeré sus inquietantes palabras. Dejaré para el final mi preferido (El Cuervo) y una vez terminado este particular y personal homenaje, me acostaré y soñaré con mundos tétricos y siniestros donde me acecharán los cuervos. Pero eso me gustará. Siempre me gusta.

“TERMINAR EL TRABAJO”

Después de casi cinco meses de trabajo (no recuerdo con exactitud el tiempo. Es uno de mis defectos, que jamás anoto las fechas y luego nunca logro recordar el tiempo invertido en cada proyecto) al fin lo logré: mi última novela está terminada. ¡Qué satisfacción! Y qué liberación.
No me gusta demasiado hablar de mis trabajos antes de zanjarlos. Mucho menos cuando tengo intención de luchar por su publicación, como es el caso. Solo decir que (como siempre) tengo dudas sobre el final (¿Quizás demasiado precipitado?).
Mañana (20 de enero de 2009) espero poder llevarles una copia a mis tres ángeles: Diana, Sebas y Lydia, quienes (espero) lo lean y me den su opinión sincera. Como ya hicieron con los relatos del periódico y eso.
He de decir, finales aparte, que es una novela de la que estoy orgulloso. Es corta (70 folios a doble espacio, 37 a espacio sencillo) pero tenía que serlo porque así lo planeé. En otros casos habría rascado el fondo de la historia en busca de más “chicha” con la que llenar otros tantos folios, pero quería que el libro en sí fuese simple. Lo importante de esta novela no es cómo se cuenta, sino el “mensaje final”, como yo lo llamo.
¡Estoy muy ilusionado con esta novela! Estoy seguro de que todo este repentino orgullo está íntimamente relacionado con la “filosofía 2009” (es decir, la promesa interna que me hice durante la noche de Fin de Año, de ser más positivo y luchador durante estos próximos doce meses).
Y no me tomaré vacaciones (bueno sí, quizás esta semana en que mis papis cumplen 25 años de casados) porque ya estoy con cien proyectos en la mente, además de la firme intención de participar en diversos concursos para darme a conocer en el mundillo.

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