3 de junio de 2012

El Rey Cautivo

Vive el rey cautivo en una oscura torre, ubicada en el centro mismo de un paraje yermo y tenebroso. Árboles muertos le acompañan, mientras buitres y cuervos ansían su pronta muerte para alimentarse de su carne real, beber su sangre azul, y coronarse, ellos mismos, reyes de los cielos allí donde tan solo se divisan las llanuras del infierno. Trepan las zarzas para colarse por la ventana. Corona el espino la torre. Mullidos campos de venenosas fresas se extienden sobre la tierra negra y el mundo vacío.
Solo está el rey, muy solo, en lo alto de su torre.
Y desde lo alto, cautivo, contempla el mundo que lo rodea sin comprender, sin saber, sin conocer... que no es la torre su prisión, que la puerta está abierta, y que bajo el veneno, el espino y la zarza, tras el buitre y el cuervo, y bajo los infiernos que una bruja hechizara para él, el mundo sigue en su tiempo, avanzando sin detenerse, olvidándose del pobre y triste rey cautivo, de su propia alma y de su corazón.
No es cautivo el rey de la bruja, sino que es cautivo del propio rey.

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