23 de marzo de 2012

Tiempo de Cambios

Me senté esta mañana ante el televisor encendido en un canal cualquiera. El desayuno en la mesa, el sol de la primavera en el jardín... y todo el tiempo del mundo para pensar, para divagar... Eran las once y media de la mañana... una hora como cualquier otra en un viernes vacío.
Dos años (prácticamente dos años) de exámenes, apuntes, trabajos y pequeñas prácticas han terminado de la mejor forma (todo aprobado, buenas notas...). Pareciera que al final, hice caso a Eva, mi tutora el año pasado, y he abandonado la excesiva calma para centrarme, hincar los codos y cerrar el curso, el último curso, de la mejor forma posible (al fin y al cabo, un 10 es un 10).

Pero ahora me siento a desayunar, rozando el mediodía, me pongo el pijama por la noche y no me lo saco hasta... la noche. Que sí, que será unos días, en lo que termina la Semana Santa y volvemos a madrugar para acudir a un hotel (no se sabe muy bien a cuál será) para el periodo de prácticas. Pero el cambio, con o sin prácticas por delante, ya se respira en el aire soleado...

Recuerdo el pasado martes como un punto de inflexión. Tuvimos los dos últimos exámenes del curso, en un maratón de tres horas. Dos exámenes que ocuparon mi mente durante los días previos a su realización, agobiado, estresado, sintiéndome incapaz de afrontar tal carga. Mi madre me tranquilizaba, "de peores cosas has salido adelante, no te agobies porque es peor". ¡Qué razón tienen las madres! Cuando pude relajarme (la noche previa al examen, rozando siempre los límites de la cordura) me di cuenta de que, en realidad, toda la materia que me agobiaba estaba más o menos en mi mente, y solo tenía que respirar hondo y concentrarme para encontrarla en las bases de datos de mi cerebro.
Relajado, hice el examen. Entero. Sabiendo que lo estaba haciendo bien, me relajaba aún más... hasta culminar los dos exámenes, obteniendo resultados inmejorables. Nunca un profesor (en este caso, admirada profesora) había añadido junto a la nota una palabra: Excelente.
Me siento orgulloso por ello.

Ese mismo martes, cuando llegué a casa, me senté en el sofá. Sabía que los últimos exámenes estaban aprobados, sabía que habóa terminado satisfactoriamente la última fase de aprendizaje, y que ya solo las prácticas me separan del destino. Y sentado, mirando al ordenador apagado, pensé... "no tengo nada que hacer... ni apunte que pasar, ni asginaturas que estudiar. Ya está."

Llevo un par de semanas pensando en ello. En los cambios que se avecinaban y que, hoy, ya están aquí.
¿Recuerdas? Empecé prometiéndome sonrisas cada mañana, practicando el positivismo. Continué comprando material con el que mejorar mi forma física... y ahora, al borde de las prácticas y muy cerca de la meta final (que es la obtención del título y el inicio de mi carrera en el mundo del turismo), los cambios empiezan a surtir su efecto.
Soy nuevo. Soy mejor.
Y sigo adelante.

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