29 de marzo de 2011

Presas del Horror II

El miedo al propio miedo es algo muy inteligente y maduro.
De nuestros miedos más primarios obtendremos un conocimiento acerca de nosotros mismos que nada ni nadie puede otorgarnos...

El miedo...

La inspiración mayor que he tenido nunca ha sido al sentarme a pensar en aquello que me aterroriza, en aquello que simplemente con imaginarlo, consigue que me tiemblen las piernas, que mi corazón comience a bombear sangre fría y que todo mi cuerpo se paralice.
Durante muchísimos años había tenido dos grandes miedos: la soledad y la oscuridad. Hoy, la oscuridad no me atemoriza. La soledad me preocupa.
La muerte, me aterra.
O lo hacía.

"Historia del Hombre Muerto" acaricia en estos días su final. Tras abandonar el proyecto las últimas semanas por una conjunción de acontecimientos ajenos y propios (exámenes, ensayos, vagancia... temor a terminar la novela) esta tarde, inspirado nuevamente, he retomado el hilo de la historia allí donde lo había dejado. Me he sentido como aquel que, perdido en la niebla de los tiempos, de pronto encuentra el camino a casa y, ante su puerta, contempla la vida de aquellos a los que ama.
La inspiración para comenzarla fue ese temor a la muerte. Si bien la novela no versa sobre ese temor, sí considero que en ella se advierte, en ciertos momentos... algo de ese miedo (luego explorado en una serie de relatos cortos, demasiado personales quizás como para que lleguen a ver la luz).
El terror, el horror, la tensión... en definitiva, las sensaciones del mundo más oscuro siempre me han atraído de un modo irremediable. Su seductor canto de sirena ha estado cerca de naufragar mi barco en muchas ocasiones, mas en cada una de ellas he hallado la fuerza necesaria para tomar el timón del navío y alejarlo de las afiladas rocas en pos de un horizonte nuevo. Eso es la motivación, la necesidad de algo nuevo, el esfuerzo de cambiar tu vida, el deseo de ser mejor.
El lector que (espero) pronto pueda leer la novela, hallará en sus páginas una suerte de código indescifrable de enmarañados datos que, unidos punto por punto, conforman la historia del protagonista, Vincent, un alma torturada por sus propios miedos primarios. El ojo avizor hallará continuas referencias que le permitirán sin duda completar una gran parte del puzzle de su autor. Referencias a aquellos que me han inspirado con su trabajo, a aquellos a los que quiero, a aquello que me gusta, lo que detesto, lo que quiero, lo que anhelo...
Unos pocos serán los que consigas descifrar en cada frase la verdad latente en toda la obra. Y ellos sabrán que me conocen más allá de toda lógica.

El horror me inspira. Mas no es horror lo que hallará el lector en la Historia de ese Hombre Muerto... o al menos, no es un horror palpable. Es el horror de la desesperación, del final de la vida (que no la muerte), el horror de aquellos que saben que sus pasos son ciegos, que su mundo es oscuro, que la luz se ha ido... y que, por tanto, solo puedes naufragar.
El horror de sentirse...

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