16 de junio de 2009

13/06/2009: Obligaciones, decisiones.

He tomado la decisión.
En realidad está tomada desde hace mucho tiempo. Tanto, que ya he perdido la cuenta. No ha sido una elección fácil, ni la he tomado a la ligera. Me he sentado mucho tiempo a pensar en ello, incluso he meditado las diferentes reacciones posteriores a una decisión u otra. Y durante ese tiempo, mientras me devanaba los sesos para decidir, siempre supe que esa decisión había sido tomada incluso antes de pensar en hacerlo.
El problema es que, en cierto modo, aún me gusta mucho lo que hago. Sí, es verdad, aún siento algo parecido a la emoción del primer día. El problema es que, al realizar una lista con lo bueno y lo malo (por qué abandonar, por qué seguir), uno de los dos lados se queda vacío. Y contra eso no puedo luchar.
¿Por qué seguir cuando cada día se convierte en un auténtico suplicio? Nadie tiene la culpa. Quizás soy yo el único responsable, pero la verdad es que me siento agotado. Ya no tengo fuerzas para más. Y se que muchos me criticarán, se que hay gente que pensará que estoy loco, o que soy muy poco responsable… me da igual: Estoy acostumbrado a escuchar críticas y comentarios, porque llevo muchos años haciéndolo. Ya no me importa, porque no merece la pena que me rompa los sesos intentando agradar a todo el mundo. Lo he intentado y es agotador.
Pero la verdad es que la decisión está tomada y solo me falta ejecutarla. ¿Reuniré el valor para hacerlo? No lo se. Tal vez lo haga, pero en todo caso, soy consciente de que ya no hay marcha atrás. No puedo seguir, cuando en vez de disfrutar me siento obligado, cuando la perspectiva de una obligación me produce tristeza y desazón, cuando siento agobio en vez de intriga, porque tengo que dedicar tiempo a algo que ya no me llena.
Sí, estoy aburrido.
No pretendo explicarme, ni escudarme en lo pasado o lo que ha de venir. Ya he dicho que no voy a culpar a nadie, porque nadie tiene la culpa. La decisión se ha tomado por una confluencia de múltiples factores, algunos pequeños granos de arena que han alzado una montaña que no quiero ni puedo cruzar, porque (también lo he dicho) ya no tengo fuerzas.
He dedicado once largos años de mi vida a un proyecto que, siendo francos, nunca ha terminado de cuajar. Si he llegado a donde ahora estoy ha sido por factores externos, nunca por mi propia valía. Solo soy sincero, no autocompasivo. Pero es la verdad. No soy bueno en esto, ya lo he aceptado porque, y aquí quizás haya un poco de terceros culpables, mucha gente se ha ocupado de decírmelo (nunca directamente, claro). Ahora me doy cuenta de que tenían razón.
He pasado once años, algunos de ellos excepcionalmente buenos. En ese tiempo he vivido amores (secretos), amistades largas y cortas, también distanciamientos. Era un mundo enorme, dentro de un mundo mayor. Me quedan los recuerdos de todo este tiempo y espero y deseo, los lazos de amistad que se han formado.
Pero la decisión está tomada. Aunque hay algo que todavía me ata…

No hay comentarios: