22 de febrero de 2009

CAMINANDO A SOLAS POR LA CIUDAD DESIERTA

Escrito el 17 de febrero de 2009

Anoche, después de una deliciosa cena y una entretenida conversación, me encaminé por las calles de Santiago de Compostela, completamente solo, en dirección a mi coche (que por las obras y la falta de aparcamientos, tuve que dejar más allá del Corte Inglés…). Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada.
Debo confesar que ha sido una experiencia extraña, excitante. A esa hora de la mañana apenas había movimiento. En la zona más céntrica de la ciudad sí, había grupos de jóvenes en plena fiesta. Pero luego todo era silencio. Mis pasos se amplificaban y resonaban contra los edificios donde la gente disfrutaba de un sueño reparador. No había coches en la carretera, ni gente en las aceras. La ciudad era enteramente mía. Reconozco que daba un poco de miedo, porque no había nada ni nadie. Era una situación vulnerable, sin escondites en caso de necesidad (que tal y como están las cosas… hay que pensar en lo bueno y lo malo).
Cualquier pequeño ruido que durante el día pasa desapercibido, que apenas se escucha al mediodía (como un pequeño papel que se mueve en la acera) resulta atronador, inquietante.
Cuando enfilé Pontepedriña y luego ascendí hacia mi coche, cerca del espléndido y tétrico parque, las luces que quedaban atrás se me antojaban fantásticas. Había algunos taxis que pasaban hacia el centro de la ciudad, muy de vez en cuando. Me detuve en la parte más alta de la calle y miré hacia la ciudad, rendida en silencio a mis pies. Era una sensación estremecedora.
Al llegar al coche me senté, lo encendí y permanecía aparcado un buenr ato. Me apetecía conducir por las calles desiertas, pero ya era muy tarde (el trayecto me llevó más de media hora) así que me dirigí a casa, consciente de que había vivido algo indescriptible, que al resto del mundo quizás le parezca absurdo, estúpido… pero que a mí me resulta gratificante: vencer el miedo a la extrema soledad, a la vulnerabilidad de la noche muerta. Me conocí un poco mejor, sin duda alguna.

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