16 de mayo de 2011

Un lugar para cada cosa...

...y cada cosa en su lugar...
Aquello había quedado muy claro desde el principio, al inicio de los tiempos, en el mismo momento en que habían sido repartidas las papeletas del pequeño juego de la vida.
'Hay un orden preestablecido', nos dijeron. 'Un orden que no debe ser cambiado bajo ninguna circunstancia'.
Cada cuál debe ocupar su lugar. Estaréis divididos, apartados, separados por reglas y límites inamovibles, infranqueables. Intentaréis saltar esos límites, y cualquier intento de franquearlos estará fuera de toda lógica. Cada cuál ha de tener un sitio y pretender lo contrario es absurdo, pues aquellos al otro lado de cualquiera de vuestros límites os mirarán con desdén y fingido aprecio, y terminarán por haceros daño, por heriros aún sin saberlo, porque están lejos de vuestras manos, porque no son como vosotros, sino superiores. Y del mismo modo actuaréis con aquellos que, siendo diferentes, serán inferiores. Intentar moveros tan solo os traerá lágrimas y tristezas.
Por ello, nos dijeros: aspira a aquello que está a tu alcance, no pretendas llegar más alto del último de los escalones o te precipitarás en una caída libre que puede costarte la vida. Procura aquello a lo que puedas aspirar, enamorate de tus iguales, aquellos que pueden amarte en verdad, que no solo finjan quererte, sino que te quieran. Aquellos a los que puedas llegar a gustar. Porque los demás están lejos de ti, y si llegas a amarlos, e intentas que ellos te amen... solo obtendrás dolor y decepciones, y verás cómo ellos son felices mientras tú recoges del sucio suelo los pedazos marchitos de un corazón roto.

Ocupa tu lugar en el mundo. Acepta quién eres y cómo eres, y por qué eres... Nunca ansíes lo que los demás tienen, aunque sea lo correcto y lo adecuado, aquello por y para lo que te han educado.
No sufras por no llegar jamás a la altura que te ha sido marcada, por vivir a solas, por no sentir que alguien más siente...
Porque a veces, tu lugar en el mundo está vacío.
Y tú estás solo.

No alces la mirada a los ojos de los más altos, tan solo mira a los que tienes al lado y, sin dudas ni pretensiones, te devuelven la mirada más sincera. Solo así podrás arañar aquello que ellos, los seres superiores, llaman "felicidad".

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